Conversaciones de Viaje (Part 2)

Como no quiero que dejéis de escribir, y creo que es evidente que hay cosas que teneis que compartir sobre los documentos, sueños, etc, abro está segunda versión de conversaciones de viaje que ire luego "pegando" en la primera segun vaya terminando las narraciones pendientes, q son unas cuantas.

Cuantas preguntas sin respuesta en los albores del frío mes de Rânko...
Cuando los aventureros dejaron las altas cimas de la espina de la jungla de Tilhâsti, estaban agotados.
Hora tras hora, durante interminables días, el viaje había cansado sus corazones, había derramado la sangre de sus esperanzas, había traído a ellos la ira, el desconcierto, la impaciencia y la fatiga...
Sus sueños se mezclaban con sus mentes despiertas, y poco a poco se abandonaban a una dejadez donde solo importaba el camino, donde el único fin era la ruta; Seguir caminando. Seguir caminando...

Algunos conservaban la cordura soñando con un sitio caliente y cómodo donde poder descansar de las afiladas miradas, de los ataques en la oscuridad, de la inseguridad del ser ellos mismos.

Soñaron reunirse todos en algun lugar amigo, quizás degustando una pinta en Bâlgar en su lugar reservado. Tranquilos, sin presiones, con Frago... y forjar su propio destino.

Los viajeros estaban cansados, y antes de adentrarse en el bosque vivo y seguir con la misión decidieron pararse a descansar para comer y reponer fuerzas. Selene estaba un tanto inquieta por el encuentro con aquel lobo blanco que aparecía en su mente hacía ya varias lunas. Se debatía entre ideas que ni ella misma conocía y no quería conocer. Aquel sueño había venido sin ser llamado, ella no le había elegido despertarlo,no le habia dado permiso para que o hiciera, pero él estaba tomando parte de sus sueños, sus noches, su mente ... y ahora su vida.
Durante ese debate..., reconoció de quién se tratataba aquel misterioso personaje, Auren...., si duda alguien que la conocía... La bruja se levantó y se dirigió con una mirada a Naerthe quien anteriormente se había interesado por ese personaje..., y se lo dijo de forma que todos los alli persentes lo escucharan:
-(tocandose el guante en el que figuraban escritas en letras de suma belleza " TE CONOZCO" )... sin duda representa a alguien que con su seguridad y su calma me ayuda a aplacar todo auqello que no quiero..., ella me ayuda..., me reconforta en el camino... Dos ojos color miel me dijeron en sueños que había despertado al lobo que Auren me ayudó a dormir...Mas... en mis sueños tambien vi un castillo que Dannor pareció reconocer como ANKIE...

Durante estas palabras... Calev y Dhaga se unieron a la conversación..., y decidieron participar... Calev se acercó a la hechicera y dijo:
-" Selene..., quisiera saber cual es vuestro verdadero nombre....? a lo que Dhaga añadió que tendría que hacer por recordarlo meditando puesto que esa información podía ser muy necesaria para la misión, preguntando e nuevo cuál era mi nombre...
La bruja..., sin esperar auquella pregunta y sin saber muy bien por qué la hacían, contesto:
-¿Qué pregunta es esa.... pues mi nombre es Selene como bien conoceis....?
Todo parcía indicar que no eran ellos mismos quienes hablaban..., su otro yo del pasado paecía estar preguntando en sus cuerpos de aquí y ahora....sensavión extraña....confusa.. y tal vez un tanto tensa....
La joven bruja se sintió prisionera de su pasado...extraña..., y con dudas a cerca del por qué de esa pregunta...,
Pronto encontró el calor de una mano amiga ... ya que el consuelo y la protección de "quien la conocía" no estaba con ella presente, aunque sí podia sentir su calor. Naerthe se acercó y solemnemente invitó a caminar a la bruja...e Isaias sacó del apuro a la joven interrumpiendo la conversación notando todas aquellas sensaciones.
Demasiadas preguntas si respuesta... necesitaba calma... y hallar la ansiada armonía y conexión de la que la luna o tal vez su propia esencia le habían negado encontrar.

Al llegar al final de la montaña, Dagha decidio retrocer sobre sus pasos, sus compañeros serian capaces de encontrar el camino al bosque vivo sin ella, y ella necesitaba encontrarle, era casi su unica obsesion desde hacia ya varios dias. Era consciente de lo mal que estaba la perosna a la que amaba, pero le sentia seguro de las manos de sus compañeros, en cambio....no sabia como podia estar él, solo sin nadie a su lado con quien compartir el camino, sin alguien que se pusiese a su lado en la lucha cuando lo necesitase...no, no podia avanzar sin el ni un paso mas.
Al girarse sobre si misma y comunicar a sus compañeros su decision, comenzo su camino de regreso, cuando derepente a lo lejos en lo alto escucho un rugido..... era él estaba segura, esa fuerza invadio su cuerpo y sus pies empezaron a acelerar de manera casi sobrenatural corriendo a su encuentro. Estaba herido, y muy gravemente herido, ya nada la importaba excepto que sanara pronto, se quito sus ropas y le tapo la hemorragia de su costado. Poco a poco se fueron uniendo a ella sus compañeros y cuando Calev llego, se acerco a él, mientras se ayudaba de su fuerza para darle una de las pociones que tenia y vendarle usando un emplaste mas eficiente que unas simples telas rasgadas...Selene ayudo mucho creando un disco para poder trasladarlo sin necesidad de moverle, cuando llegaron al pequeño decanso, la exporadora no podia hacer otra cosa que llorar y aferrarse a su pata con fuerza, sin olvidar ni por un segundo como estaria Isaias, pero habia algo en su mente que la hacia prestar más atencion a su fiel compañero y amigo...
Estando cerca de Selene, pues alli era donde estaba el disco, no paraba de mirarle, acariciarle y sollozarle palabras al oido, palabras que nadie ni siquiera la propia bruja, pudo escuchar, cuando de pronto una voz interrumpio su conversacion. Era Selene se dirijio a ella de una forma tranquila preguntando:

- Dhaga... acaso vos conoceis algo sobre mi pasado...algo que ... desvele quien fui, qué hice ...me gustaria comprender...

- Selene, conozco de tu pasado tanto como del mio, no era mi intencion hacerte pasar por esto pero hay veces en las que me siento tan unida a calev....que no se que me pasa. Hace tiempo os pedi que por favor buscarais un estandarte...

- si...

- Eso es todo cuanto recuerdo de mi pasado....es Calev y una ciudad. Tambien yo busco repuestas. Siento haberos molestado con mi insistencia- dije descolocada, porque estoy pendiente de Ghâlor y de Isaias y lo ultimo que quiero es ponerme a dar explicaciones de lo que hice, pero aun asi responde todo lo amable que puede para el mometno que esta pasando.

- Dagha... no se muy bien de que estandarte necesitais... ni me hablais... mas... creo que a mi no me fue encargado de todas formas si os puedo ayudar ... como es ese estandarte que bucais?

- perdonad entonces- dijo aun mas perdida en sus pensamientos- no seria ti a quien se lo pedi, de todas formas ahora mismo el estandarte, quien soy, a que pais pertenezco y todo cuanto aqui nos rodea me da bastante igual, mirad a mi alrededor, la persona a la que amo se muere sin que peuda evitarlo y una aprte de mi alma esta gravemente herida porque no he sabido protegerle lo suficiente y me deje llevar por algo que no se si me importa lo mas minimo en comparacion. Me he equivocado tantas veces....- se queda pensativa como lo hubiera dicho en forma de pensamiento en voz alta.

- por que te dejaste llevar Dagha? y en qué te has equivocado? errar es de sabios...

- me deje llevar por vosotros, solo queria poneros a salvo antes de volver con él, y acaso no ves en uqe me equivoque? si llega a tardar un poco mas se muere por mi culpa. Los sabios se pueden permitir errar Selene yo no, noto uqe tengo muchas vidas a mi cargo

- Ghalor se va poner bien- Selene intenta ponerle una mano sobre el hombro, pero me aparto, no bruscamente, pero si en plan de lejania. Tu ers sabia Dhaga... - al darse cuenta de mi reaccion Selene ve que me he apartado, dejando su mano en el aire- muchas vidas?? no etas sola...cada uno tenemos que proteger vidas..., la nuestra y despues la del grupo...no estas sola en esto...

- si, lo se, pero que pasa si me equivoco en el camino? todos podiamos haber muerto selene y todo fue porque no estaba donde queria, mi mente estaba muy lejos de aqui...

- en tu tierra? añoras tu tierra verdad?

- no selene aqui, a tan solo tres dias de camino, la flecha solo dio a isaias pero nos podia haber dado a todos. Mi tierra...ni siquiera se cual es Selene tan solo tengo recuerdos...y no se si volvere a revivirlos....

- en eso estamos todos... yo tampoco lo se...realiza una meditacion con tu yo niño a ver si puedes permitir que el flujo de la energia vuelva y te traiga recuerdos, yo realizaba esa practica cn mi padree...un dia si kereis lo hacemos

- no lo necesito, tengo todos los recuerdos que necesito de mi infancia no me referia a la infancia que desconocemos sino a la que vivimos....no se si volvere a Aercadar

- mas... Dhaga.... vos teneis una especie de vinculo con Calev, que os une? porque ahora yo tambien comparto al lobo cn calev y necesito entender

- no se que me une a el, pero pronto se acabra o al menos eso creo...

- vuestra union?

- si supongo que sera eso

- tu no kieres estar vinculada a él?- pregunta muy solemnemente

- no es cuestion de querer o no, es cuestion de lo que es, lo soy y lo estoy y pronto se acabara fin de la historia- dice estas ultimas palabras borde, sus ojos estan no intimidatorios, pero si muy afelinados. Selene me mira fijamente....., no baja la mirada...., y pude ver en sus ojos unas llamas de fuego.... como cuando se keda embobada ante la hoguera...

- Bien .. creo que no me habeis dejado nada claro... seguiremos investigando... pretendia ayudar.... no intimidarte....

- no lo haceis, no os preocupeis, ya habia visto esa mirada antes. Lo unico calro que se es que no se a que se refiere Calev, quiza esta conversacion deberias tenerla con el, yo no se nada de ti, no mas de lo que me has contado, y apra mi eso vale, supongo uqe cuando sepas algo nuevo lo diras como has hecho con lo del lobo y.... Âuren- pronuncia el nomrbe con cierto rechazo

- si embargo dijiste que sabias cosas dijisteis que conocias cosas... ummm mas.... no pasa nada Dhaga. Cuando tenga informacion sin duda la haré llegar

- pero no dije que fuera de ti, auqne entiendo que confundierais mis palabras, no tengo la mente en su sitio, me preocupa algo mas que cmo os llamabais antes, yo misma no se mi nombre

- mas de quien las conoceis? Dhaga, ese es vuestro nombre Dhaga... habeis dicho que pronto se acabara... que es lo que se acabara pronto? eso me inquieta- Dagha levanta la vista de Ghâlor y mira fijamente a Selene de nuevo, su mirada es fria y tajante, de eso no va a hablar, y asi lo ha entendido la bruja, cuando vuelve a bajar la mirada cambia de tema drasticamente

- ¿sabeis que mi nombre es ese? el vuestro ha cambiado por lo visto ¿porque el mio no iba hacerlo?

- ¿y quien os ha dicho que el mio ha cambiado?

- lo dijo calev antes, estabais delante en la conversacion

- y vos

- yo no he dicho tal cosa Selene

- vos pareciais conocerlo tambien

- no mal interpreteis los hechos yo simplemente apoye sus preguntas y las crei dandolas por validas

- pues algo aqui no encaja porque pareciais los dos saber de que hablabais y no dudasteis en ser inquisitivos en ello- diciendolo muy tranquila- mas.... Isaias observo tension...

- no se como paso pero si el lo dice, no voy a desconfiar, es mas lo acepte como mio propio...la tenision que Isaias noto....tambien la note yo cuando lo dijo y me separe con la cabeza baja Selene

- entiendo...está bien... ahora hablaré con Calev... quizá el... pueda ayudarme.... ya que fue quien comenzó esto...

- es lo mas logico

- tambien era logico hablar cn vos... ya que tambien os unisteis pero sí, ire a buscarlo, gracias Dagha

- Selene...recordad que no podeis sepraros de mi, el disco os sigue a vos y yo a quien porta el disco- mientras digo estas palabras veo como comprueba que el disco de tenser está bien y que Ghâlor va mejorando)

- claro..., pensaba llamar a Calev y pedirle que viniera tranquila

- gracias por tenerlo en cuenta...

- todo estará bien

- no creo que mi amado este en condiciones para invocar uno, si no...se lo pediria para que pudieraias hablar tranquilamente.
Bajando la mirada, la bruja casi susurra... No... no lo está- dice preocupada- el que un dia fue mi maestro está sufriendo...- aprieta un puño y veo que cae tierra de su mano de rabia y vuelvo a ver sus ojos con llamas enfurecidas- no os preocupeis se pondra bien, el veneno es lento

- no permitire que le suceda nada malo os lo prometo, recordad que parte de mi felicidad va en ello.

- lo se.... por eso lo acepto

- Hablando del veneno, sabes que tratamiento se siguio con el?

- hojas de sauce para la fiebre y hierbas de las que tiene Calev, el te puede decir

- una cosa más, porque no se le dio las medicinas que le hemos dado a Ghalor?

- porque son para heridas muy graves, no para las de isaias que son moderadas

- la de recuperacion no serviria tampoco? ahora esta peor...

- quiza puedan servir, probad

- en cuanto vayamos con calev se lo dire.

- bien...- y se vuelve a vigilar que el disco este bien y acaricia a Ghâlor....con su palida mano susurrando, te pondras bien...-

Diciendolo tan bajito que solo fui capaz de oirlo yo, por la proximidad que nos unía, haciendome parar de acariciarle para que ella lo pudiera hacer sin inconvenientes, pero sin quitar mi mano de su cabeza. De pronto las lagrimas empiezan de nuevo a rodar por su rostro...

- gracias Selene sois muy amable, os lo agradecemos- conteste sin ningun corte en mi tono de voz, a pesar de que estaba llorando. Dejandome esta vez, secar las lagrimas, aunque al principio la bruja puede percibir que va a apartarse, luego no lo hace, da como un pequeño respingo, que luego rectifica echandose hacia delante.

Selene seguía, lo acaricia gustosa... muy despacito...., mientras se acerca a secarme las lagrimas cn un trozo de tela negra de su capa...,

- no os preocupeis hija del bosque... resistirá...- y haciendole la ultima caricia se sienta a su lado susurando salmos para Ghâlor

Dagha se queda escuchando como canta a su amigo y permanece callada sujentandole una pata y acariciando su melena, besando de cuando en cuando su hocico manchado de sangre...

Isaías se despertó. Dâgha se había marchado tras Ghâlor en una carrera desesperada. Las precauciones no habían sido suficientes en el interior del bosque vivo.
Ghâlor se había vuelto loco allí dentro, y había atacado a su compañera sin razón aparente. Solo había una cosa clara; Quería escapar de allí y no se lo habían permitido. Tras aquello había sucedido el incidente con Naêrthe, que usó su magia durmiendo al león, y a Dâgha… y a él mismo. Pero ya había pasado, ahora mismo solo importaban dos cosas para el brujo de blanca piel. Su camino y misión, y sus preguntas interiores.
Se había librado del veneno usando su voluntad, y clamando a su pacto había conseguido controlar su interior mismo, que se hallaba convulso en ese extraño lugar donde todo parecía volverse loco y nada tenía sentido.
El lobo había vuelto a aparecer, atacando a Naêrthe por sorpresa. También parecía haberse visto afectado por la influencia del verde valle indomable, y nadie parecía sentirse seguro. Hasta la maga escondía sus manos, confusa, ahora que el halo violeta que había conjurado las enguantaba como protección arcana que no era capaz de controlar.
La tarde cayó lentamente, y al comienzo del anochecer, Selene, Calêv, y el mismo Isaías, se dispusieron a trazar un ritual con el que rastrear la puerta al reino de las hadas, aunando sus esfuerzos y técnicas, y como último recurso para encontrarla. Usar la magia en el bosque vivo siempre parecía estar fuera de todo control y cobraba grandes tributos. Naêrthe había advertido a los ritualistas que su instinto hablaba del líquido elemento, que siempre traía consigo respuestas místicas. Los conjuradores tuvieron en cuenta su mensaje.
Selene empezó a salmodiar con el libro abierto sobre la mano izquierda, mientras con la derecha esparcía sobre las escrituras recién concluidas el caro y poderoso Resîduum, esencia de magia y conductor arcano, y primordial elemento desencadenador de la magia ritual. Mientras tanto, el brujo de piel de nívea dibujaba trazos en el aire, canalizando la energía del ritual con las palabras de Selene.
Entonces Calêv se unió a los cánticos, pero aunque conocía las palabras ancestrales que leía de su recién estrenado libro, no conocía bien aun la cadencia de las mismas. Selene perdió el hilo y tuvo que concentrarse para recobrar la fluidez del ritual, que se iba apagando poco a poco y parecía estar condenado al fracaso.
Entonces Isaías elevó su voz sobre las dudas, y clamó palabras ignotas que salieron más allá del fondo de su discernimiento. Selene dio un paso atrás ante la poderosa frase, desconocida también para ella, pero recobró la compostura y se esforzó en conservar vivo el ritual que el brujo había llevado nuevamente a buen cauce, salmodiando más concentrada, uniendo voluntad y acción en un solo gesto. Una explícita seña, hizo que Calêv detuviera su cántico. El guerrero reculó un paso, reconociendo con desazón su inhabilidad en el recién adquirido arte ritualista. Muy altos himnos infernales quería cantar Calêv y muy poco sabía entonces de lo que realmente quería salmodiar.
Isaías alzó la voz nuevamente, y una variación magistral salió de sus labios como una ardiente sonata improvisada. Pareció deleitar a los demonios y a los diablos, pues sus palabras crearon un sumidero de energía que alzó el vuelo hacia las alturas como un grito de firmeza, y se perdió en los cielos cubiertos, al tiempo que se transmutaba en niebla arcana, que descendió misteriosa sobre el círculo litúrgico mientras el brujo pronunciaba las palabras que exponían el suceso ocurrido a los boquiabiertos asistentes, a los cuales nunca dejaba de sorprender:
-Ahí viene…-pronunció con su voz apagada.
La bruma se posó como si tuviera vida propia y observara el entorno desde el interior de su informe presencia, y en un abrir y cerrar de ojos, salió reptando veloz hacia un riachuelo que recorría el claro, donde se mezcló con el agua que corría rápida hacia el interior de la floresta.
Los compañeros corrieron por la orilla del río, siendo de estos Isaías el más rápido aun dentro de su pesada coraza de hierro negro. El brujo parecía restablecido tras haber repelido el veneno en el bosque, y sus músculos parecían colmados de una vitalidad asombrosa. Persiguieron a la extraña niebla azul que, levemente iluminada, siguió el cauce del río en su desenfrenada carrera hacia el lugar que debía marcarles. Entonces, ante los ojos del enérgico conjurador, apareció una cascada posesora de una caída de treinta metros, que finalizaba en un lago de medianas dimensiones, donde la nebulosa luminaria perdió su visibilidad tras sumergirse en las honduras de sus cavidades, horadadas por siglos de agua calando la tierra.
Saltó sin dilación la gran caída, confiando en su magia para no recibir daño alguno en la misma, pero en el aire recordó ya tarde, que la magia en ese lugar era traicionera, y cortó su salmo antes de que su cuerpo tocara el agua. El golpe fue considerable, pero el cuerpo del brujo había recibido castigos que podrían burlarse de aquel maltrato, e Isaías apenas notó tan terrible impacto.
Tras él apareció la maga Eladrin, que no recordó tan bien como el brujo que la precedía la imprevisibilidad de la magia en aquel bosque. Cuando conjuró una evocación estabilizadora, el agua bajo sus pies estallo hacia las alturas, empapando a los anonadados aventureros que esperaban su turno o acababan de llegar en ese preciso instante. Por suerte para la maga, muy hondo era el fondo del lago y no cayó sobre roca sino sobre mojado, y su caída no fue grave ya que su equilibrio era natural como el de los felinos, y se sumergió todo lo bien que pudo en las oscuras aguas.
Cuando la improvisada lluvia cesó, la bruja de Hâdrinol no vaciló. Años en los bosques la habían convertido en una conocedora del medio. Se recordó a si misma jugando a lanzarse en las cascadas de su tierra natal. Con un salto magistral, abrió sus brazos como si especulara planear sobre el vacío, y cuando su vuelo empezó a ser vencido por la gravedad, giro sobre sí misma en una grácil pirueta que la llevó a zambullirse sin salpicar en las oscuras profundidades del lago. Con el impulso, la bruja adelantó el accidentado buceo de Isaías y Naêrthe, y encontró el resplandor, que desaparecía en un conducto en la roca. Con la elegancia de un animal acuático se adentró en el ante sus compañeros ya sumergidos.
Todos los compañeros descendieron uno a uno por la cuerda tendida por Calêv. Primero Alârin, el cual se adentro en las aguas en pos de sus compañeros, y tras el descendió parcialmente invidente la sacerdotisa de Pelor, a quien Calêv guiaba desde las alturas. Cuando terminó de descender, Calêv se lanzó al agua y buscó a Agâr, a quien asió con una cuerda para guiar su inmersión.
Cuando pasaron el oscuro túnel, todos se agolpaban en una pequeña sala de la altura de sus torsos, que se hallaba coronada por un disco dorado que parecía moverse por sí mismo, y en cuyo interior se adivinaban escrituras nunca vistas antes por ninguno de ellos. En ese instante, hacía frío y la niebla se disipó dejándoles a oscuras y con un difícil camino de vuelta. Las gotas caían sobre el agua desde los cabellos y armaduras de los compañeros, canturreando con el eco de sus voces
Selene se hallaba explorando el disco cuando esto ocurrió, y cuando Naêrthe la llamó por su nombre esta no contestó. La Eladrin siguió los pasos de su amiga y palpó el aro dorado. Ante la sorpresa de Alârin, que relató a los demás el suceso. La maga se convirtió en niebla oscura y se adentró en las profundidades del disco de misterioso origen.
Uno tras uno, fueron tocando el círculo dorado mientras sus mentes se combaban sobre sí mismas en una extraña sensación de torsión y estiramiento. En ese estado, el mundo era una broma y la realidad una utopía; No existían necesidades, y el cuerpo se difuminaba en mil susurros solo para aunarse momentos imperceptibles después, en palabras con sentido que formaban sus nombres.
Entonces todo volvió a ser normal. Sintieron la fría agua rodeando cada recodo de su cuerpo, y no lo esperaban. Solo una extraña luz nocturna, mucho más fuerte que la habitual, les condujo de vuelta a la superficie.
Fueron surgiendo uno tras otro de la superficie del lago, pero aquel era silencioso y calmo y no había ningún salto a sus espaldas ni al frente. El bosque que les rodeaba se asemejaba a una selva y a la vez poseía matices que, aunque imperceptibles en su primera impresión, hacían del lugar un paraje diferente a lo visto nunca hasta entonces. Coronando el cielo del lugar, se encontraban dos lunas, una blanca y enorme, mucho más grandiosa que la ya conocida, y otra del color de los melocotones maduros, más pequeña, y que reflejaba la luz de la anterior matizando el aire a su alrededor como si de un atardecer ficticio en la noche se tratara.
Un rápido recuento en medio del silencio indicó que Naêrthe no estaba entre los presentes. Enseguida los más fuertes empezaron a bucear para encontrarla en las profundidades, pero fue en vano, parecía haber sido engullida por la oscuridad.
Mientras los demás buceaban, Calêv gritó y señaló en una dirección. En la orilla, varada como una flor de almendro caída sobre las aguas, yacía Naêrthe lívida e inerte.
El guerrero se adelantó pero su pesada armadura ralentizó su esfuerzo. Selene demostró su destreza en las aguas y su amistad llegando a su lado en primer lugar. La dio la vuelta sobre las aguas, pero su respiración había cesado. Isaías consiguió arribar a la orilla antes que el guerrero de la oscura espada, y ayudó a Selene a sacar el cuerpo inmóvil de la Eladrin de las frías aguas del lago.
Incorporándola la llamaron por su nombre mientras el resto llegaba a la orilla, pero ninguna respuesta llegaba de Naêrthe. Entonces llegó Calêv, y apartó a los brujos del cuerpo de la Eladrin. Presionando bajo sus costillas, apretó sus pulmones y el agua escapó por su garganta mientras Naêrthe tosía, otra vez con vida.
Pero no hubo tiempo de celebrar, ya que un ruido se hizo patente en la lejanía y todos echaron cuerpo a tierra ante las indicaciones de Calêv.
El silencio reinó cuando un ser enmascarado apareció metros más allá, montado sobre un extraño lagarto acorazado, que se movía sobre sus cuatro patas.
Aquel que lo montaba portaba en su rostro una máscara del color del marfil, surcada en negro por motivos tribales que le otorgaban un amenazador aspecto; como un fantasma de la jungla traído por la brisa ancestral.
Miró en derredor como un ave de presa, y todos fueron presa del silencio y del miedo. No era un buen recibimiento ni un buen augurio. Entonces, cuando pareció distraerse al fin y disponerse a proseguir su viaje, Naêrthe carraspeó aun no recuperada, y el ser pareció escuchar el eco de su tos en la espesura, pues descendió presto de su montura, y asió su lanza de más de 3 metros, cuya hoja curva era de un metro por sí misma, y se acercó con paso silencioso al lago en cuyas orillas se agazapaban los aventureros.
Cuando se acercó, todos pudieron verlo tras los ramajes que les servían de ocultación. Agachado sobre las aguas aun ondulantes, extendió grácilmente uno de sus dedos sobre la misma y miro hacia los lados e hizo un gesto como de estar oliendo el ambiente, pero era evidente que tras la máscara este sentido quedaba velado por completo.
Al no encontrar nada, volvió sobre sus pasos hacia su montura, y ese fue el momento que aprovechó Calêv para cargar contra su espalda, justo en el momento en que Naêrthe volvía a toser lo suficientemente fuerte como para alertar a la criatura que iba a ser atacada.
Volvió la cabeza en el momento en que Vhôme se descargaba sobre su cuello, pero la hoja de su lanza se interpuso entre la espada y su cuerpo, desviándola hacia abajo y cambiando el objetivo de la misma del cuello hacia el antebrazo, el cual se desgarró brutalmente salpicando de sangre verde al guerrero.
El lagarto fue consciente del peligro en el momento en que Isaías resurgió entre los arbustos y se dispuso a parar al reptil. Con una poderosa palabra, hizo crecer una púa de acero infernal de la tierra que se interponía entre la huida del lagarto y él mismo. Con un salto magistral, el lagarto se adelantó al movimiento de la púa, que creció lentamente de la tierra, y la saltó por completo mientras echaba a correr entre los bosques, huyendo de su atacante.
Aunque aquel que lo montó era diestro, Calêv lo era más, y la vida del extraño ser quedó segada en pocos segundos bajo la cruel hoja de Vhôme, el colmillo de Ærcadar. Calêv no quería acabar con la vida de ese ser, pero no pareció haber elección pues ni el idioma ni el medio fueron los convenientes, y uno de los dos debía sobrevivir.
Se acercaron para observarlo más detenidamente, mientras Naêrthe exploraba el círculo sin un rumbo concreto. Alârin parecía boquiabierto al encontrarse allí.
El ser tenía la máscara literalmente adherida a su rostro. Poseía además largas orejas perforadas para alojar aros, y de su cuello colgaban amuletos hechos de huesos y pequeñas calaveras de animales. En sus bolsillos había una pequeña bolsa con gemas de color carmesí, y esmeraldas de reconocido valor. Fue entonces cuando escucharon la voz de Naêrthe hablar en su idioma al aire, y solo Alârin supo entender sus palabras.
Cuando se le preguntó, solo pudo reconocer que estaba buscando algo.
Pasaron un rato en el claro, a la espera de alguna señal que les indicara como moverse, y llegaron a la conclusión de que debían alejarse de allí, pues el lagarto había escapado, y podría conducir a sus amos al lugar en el que se había perdido su temporal caballero, poniendo en peligro sus personas y a su misión.
Pero cuando se disponían a irse, una voz se escuchó en la oscuridad de la espesura, y de ella se dejaron entrever dos ojos negros, que sobresalían de una figura embozada en una tela verde que cubría todo el cuerpo de la figura que no medía más de un metro.
-¿Qué andas buscando niña?- Preguntó la mujer con voz aguda y experimentada. Miró a Naêrthe fijamente, ya que había reconocido la fuente de la voz que hablaba en élfico y que había gritado al aire.

-¿Está bien?-Atisbó a decir Naêrthe con la voz entrecortada.-La extraña y diminuta mujer enarcó una ceja y miro a los demás compañeros.
-Bien.-Dijo. -Habéis podido llegar… Nunca imagine que consiguierais…-La mujer hizo una pausa como escogiendo sus palabras detenidamente.-Debéis seguirme. ¡Ahora!
-Perdonad señora.- Dijo Calêv con voz firme.- Pero este hombre…-Señaló al hombre enmascarado.
-Cuidado debéis tener con los Draîr…-Dijo la mujer en su habitual tono- ¡Pero mejor muerto está!-Resolvió. -Debéis esconderlo y partiremos.
Y así lo hicieron, y recorrieron varias hondonadas, con la luna a su izquierda, y se hubieran perdido de no ser por la mujer, que les condujo por senderos a oscuras a veces y a la luz de las dos lunas en otras ocasiones. Entonces, a lo lejos, el crepitar de un fuego llegó a ellos acompañado por su resplandor anaranjado, y una figura alta y encapuchada, que portaba un cayado de madera que acababa curvado sobre sí mismo, se detuvo ante ellos, y cuando la luz alcanzó su rostro, pudieron ver que sus ojos estaban velados como por un blanco ofuscado, y que su rostro barbado y veterano, estaba surcado por multitud de espirales tribales, y este habló a la pequeña mujer:
-Chemmêr, ¿Que traes a nuestro fuego con tanto descaro?- Su voz sonaba lastimera, pero tranquila y segura, solo afectada por el paso de mas años aun que la mujer a la que hablaba. -Ahh…-Dijo antes de que la gnoma le contestase.- Son ellos…-Los compañeros se miraron sorprendidos.- Llévales hasta el fuego entonces Chemmêr…
-Jarâd, chocheas.- Respondió Chemmer ariscamente.- ¿A quién crees que traería sino, aquí, en estas tierras?
-Hahaha!- Rió Jarâd.- Te encantaría que hubiera perdido mis facultades, pero sabes que aún queda mucho para mí por decir, señorita.-La ironía se escapaba de sus agrietados labios.
-Brrr!-exclamó Chemmêr hastiada.- Acompañadme… El fuego nos espera.
Al llegar al fuego, solo un hombre de piel grisácea con orejas de elfo y pelo largo y negro custodiaba la hoguera. Cuando giró su cabeza, pudieron observar que dos franjas más oscuras recorrían sus mejillas y que su gesto era amable y sus ojos grandes y expresivos.
Al ver llegar a los compañeros, se incorporó y los miró con detenimiento.
Mi nombre es Akhêna… -Dijo de forma elegante- Sed bienvenidos, en este fuego hay poderosos hechizos, y bajo ellos estáis protegidos esta noche. Sonrió mientras hacía una reverencia e invitaba a los compañeros a sentarse ante el fuego. Por favor, comed algo, debéis estar cansados, no hace falta que expliquéis nada evidente. Vuestra apariencia delata vuestra identidad.- Dijo mientras volvía a sonreír. Los compañeros se sentaron junto al fuego, aun desconcertados. Se disponían a hacer muchas preguntas cuando una sombra se proyectó en el círculo donde el fuego brillaba, y una mujer que vestía una coraza del color los caparazones de los crustáceos entró en el círculo.- Por cierto.- Dijo Akhêna.- Aquella que viene hacia la lumbre y cuya belleza solo es eclipsada por su fiereza es Jeanîce.- Ante ellos hizo aparición lo que les pareció una elfa de piel tostada y cabellos de nieve, que era en verdad hermosa, aunque una cicatriz partía su labio superior.- Dedicó una media sonrisa a Akhêna, que nadie supo discernir entre si era una muestra de simpatía o una amenaza encubierta.
-Akhêna, ¿Quiénes son?.- Dijo firme sin dirigir mirada a los compañeros-
-Ellos…- Dijo él. Jeanîce se quedó quieta como procesando la información que acababa de recibir, y al instante se volvió resuelta y empezó a caminar con decisión hacia Calêv, tras echar una vista superficial a todos ellos.
-¿Puedo verla?-Preguntó al guerrero, que se quedó impactado ante lo directo de la pregunta, que comprendía muy bien. Como respuesta, Calêv desenfundó a Vhôme y se la tendió a Jeanîce, que la miró por encima y dijo con voz firme:- No puedo tocarla, pero gracias.
-No hay de que.- Respondió Calêv con los ojos bien abiertos. Y volvió a sentarse.
-Así que sois humanos.-Dijo Jeanîce, y acercó la mano al rostro de Calêv, que aguantó la mirada de la elfa. –Ver para creer.- Dijo.
Pareciendo haberse asegurado de la identidad de los viajeros, la mujer caminó hacia los árboles. Se podían ver claramente las dos espadas cruzadas sobre su espalda, y su forma de andar denotaba con total claridad que sabía usarlas lo suficientemente bien como para sentirse segura en aquellos parajes.
-Disculpadme.- Dijo Naêrthe nerviosa, no pudiendo esperar más.- Tengo preguntas que deben ser respondidas.
-Ah… -Dijo Akhêna.- Ôren podrá contestaros a todas ellas.- Sonrío a la Eladrin en un gesto elegante y de buen saber estar, dejando claro al mismo tiempo que él no era quien debía contestar a sus preguntas, o que al menos no lo haría mientras sus propios compañeros no estuvieran junto a él, en el círculo.
Naêrthe calló nerviosa, mirando al cielo y al suelo a ratos. Cada movimiento en el bosque la sobresaltaba, y se giraba en ocasiones esperando ver algo concreto, y volvía a su posición desencantada y ansiosa.
Diez minutos después, entró en el claro una joven de unos 24 años. Su pelo era negro como ala de cuervo, y su piel era rosada. Sus ojos eran de un azul aguamarina claro pero intenso, y parecían fuentes de agua límpida y cristalina. Además de una pequeña y discreta tiara, portaba dos medallones de oro como simbólicas flores a la altura de sus orejas, y estos estaban unidos por dos cordones de oro que rodeaban su cabeza por detrás, para unirse entre sí. Sus vestimentas eran blancas, y sobre ellas engalanaba una capa gris con un ribete azul adornado de runas.
Una gran sonrisa apareció en su rostro y en sus ojos cuando vio a los aventureros.
Saludos a todos, amigos.- Dijo, y su voz era profunda y tranquilizadora, y en este aspecto recordaron el tono que usaba Dânnor que siempre era aquel, aunque esta vez se hallaba provisto de un halo sobrenatural.- Todos la miraron con respeto, desde el joven y misterioso Akhêna hasta el sabio y anciano Jârad.- Sed todos bienvenidos.- Dijo, y se sentó junto al fuego y sus ojos recorrieron uno a uno a cada miembro de la compañía de D’ôrnon.- Naêrthe la miró fijamente, y Calêv pronunció las primeras palabras.
-Saludos Ôren. Mi nombre es Calêv Serdraugsonnë –Dijo en tono firme. Ôren sonrío como dando a entender que era obvio y el guerrero prosiguió.- Akhêna, que ha tenido a bien recibirnos, nos ha dado a entender que vos sois la indicada para responder a nuestras preguntas, que como comprenderéis, son muchas.-Naêrthe no pudo esperar más y se adelantó a Calêv.
-¿Está bien?- Dijo nerviosa.- Ôren sonrió.
-Sí, lo está.-Todos notaron como Naêrthe respiró tranquila, aunque a esto le sucedió otra exploración de su entorno, como si esperara ver inminentemente a alguien aparecer entre los matorrales.-aunque hubo un tiempo en que no fue así.- Naêrthe volvió a mirarla fijamente, esperando mas información. – Muchos peligros ha pasado para estar aquí. Se ha enfrentado a aquellos que podían causarle la muerte.
-¿Os referís a Gênakhon?- Interrumpió Calêv. -Chemmêr entró en la conversación.-
-Ohhh… no. No se trata de ninguno de los tres príncipes en esta ocasión. Y mejor será que así siga.
-Si, Chemmêr.- Dijo Ôren.- Pues los hijos de Môrstain tienen más poder del que creéis.- Dijo volviendo la vista a Calêv.- y nadie se opone a sus designios ligeramente.-Ôren dijo esto con voz grave, y todos pudieron notar el malestar de Jeanîce al escuchar aquel nombre.
-Hasta ahora.- Dijo Calêv con voz altiva.- Ôren lo miró con curiosidad.
-La valentía es una virtud, pero el suicidio es un arte que no admiro por igual.-Dijo la joven de ojos aguamarina con un tono firme pero vivaracho al mismo tiempo.
En todo caso Dânnor está a salvo. -Prosiguió Ôren.- Ha sorteado terribles peligros. Enfrentó a los basiliscos con suerte y decidimos honrarle. El nos contó la historia de la leyenda de vuestro mundo, de la medusa que convertía a los hombres en piedra, y eso hace el basilisco. No conozco a ningún otro ser humano. Pero habiendo conocido a este puedo exponer que tengo esperanza en vosotros. Y que mas puedo decir, estáis aquí, donde muchos otros no habrían estado.
-Ôren.-La voz venía de más lejos, era la de Jeanîce. Ôren la miró como esperando.- ¿Son de fiar?-La joven volvió a sonreír.
-Si… -Dijo Ôren sonriendo.- Parece que lo son. Aunque algunos ni siquiera lo saben.- Hizo una exploración uno por uno y se detuvo al llegar a Alârin.- ¿Quién sois vos?- Preguntó sin temor.
-Alârin, señora.- Dijo este inclinando la cabeza. Ôren le contestó con una sonrisa.
-Veo a través de vos. –Y volvió a sonreír. -Y de vos.- Dijo mirando a Selene.-Pero no puedo ver a través de ti.- Dijo mirando a Calêv.
-Entonces las defensas están bien puestas.- Dijo Calêv con la cabeza alta y porte orgulloso.
-¿De que tenéis miedo que os defendéis tanto?-Dijo Ôren sonriendo. El guerrero no supo que contestar.-Isaías, dijo cambiando su objetivo.- El brujo la miró curioso. Ôren había cambiado el gesto y torcía el rostro- Debéis aprender a mirar más allá. Pensando que estáis en lo cierto, estáis a veces confuso.
Isaías se dispuso a responder a las palabras de Ôren, pero una figura familiar entró en el círculo velando la conversación.
Vestía un atuendo hecho en dos partes sobre el que dominaban los colores azules e índigos. En su mitad derecha, eran más claros los colores tendiendo a los violetas, y adornaban mangas y bajos del pantalón serpientes que recorrían en espiral las vestimentas. Sus manos estaban enguantadas, y en su pecho una armadura con el rostro de la legendaria medusa, que ya Ôren había mencionado. En sus manos se hallaba una espada desenfundada que cayó al suelo al ver a sus amigos perdidos. Su rostro fue surcado por una lágrima y repitió varias veces.- No me lo puedo creer. Estáis aquí.-
Naêrthe voló por encima de sus amigos casi literalmente y se abrazó a Dânnor, que no esperaba ese recibimiento y devolvió el abrazo con sorpresa. Naêrthe lloraba de emoción.
-Amigos…-Dijo emocionado.-Cuanto me alegro de veros. Todos le recibieron con emoción y agradecimiento y preguntaron a Dânnor sobre los acontecimientos pasados.
-Veréis.-Dijo Dânnor ya más repuesto, tras haberse sentado entre Ôren y Selene.- La Tyr-Fira sigue en mi poder. Una vez intenté ya darle vida, pero los basiliscos me dieron esto.-Dijo señalando su mano mientras la desenguantaba. Esta estaba absolutamente petrificada, y unas runas surcaban sus dedos. La movió quedamente. -Ahora es piedra únicamente.-Los compañeros miraron sorprendidos su mano hecha de piedra gris. Dânnor la volvió a enguantar.-La torre espiral está cerca, y allí ya he estado. El mal y la vileza la mandan ahora y debemos ser raudos. Vuestra ayuda será inestimable. Partíamos ya cuando llegasteis.
-¿En plena noche?-Preguntó Alârin. Calêv les presentó, dejando claro a Dânnor cuanta ayuda había supuesto el Eladrin para los compañeros.-
-Cada 3 noches hay un atardecer, Caballero Alârin, y el cuarto día el sol nace para volver a morir. La noche reina en este lugar, pero la luz de la luna es suficiente para hacer crecer las plantas y olvidar la noche que conocemos. Sobre todo en esta cara del continente. Acabábamos de levantarnos.- Dijo sonriendo.
-Maravilloso…-Dijo Alârin boquiabierto.
La compañía partió hacia la torre espiral, durante dos días de camino algunos temas fueron tratados, y el ultimo día, atisbaron en la lejanía tierras yermas donde la piedra reinaba, y en mitad de ellas, la torre espiral presidiéndolo todo.
-Mañana partiremos hacia nuestro destino, y puede que no volvamos, así que reunámonos esta noche cerca del fuego y escuchemos historias de esta y otras tierras. Abramos ojos, oído y mente. Mañana abriremos nuestros corazones y los de nuestros enemigos. Mañana haremos por Frago lo que nadie ha hecho jamás por un amigo. Pero recordad, el precio puede ser la vida y aunque yo la pague gustoso puesto que Frago era un ser inocente y merezca el sacrificio de lo que yo ya viví, algunos tenéis cosas muy importantes que hacer aquí y allí. Me hubiera gustado despedirme de Sellâyne, así como de Oêranor y Ûzdun como tengo la suerte de hacer con vosotros, pero no renunciemos a nada, nuestro objetivo no lo olvidéis es la vida misma…-
Comieron esa noche todos juntos, y Dânnor se retiró un segundo llamado por Naêrthe, antes de sentarse junto al fuego y escuchar todo aquello que Dânnor había prometido.
Minutos después, Dânnor lanzó la alarma. Cuando llegaron hasta el, se hallaba recogiendo a Naêrthe en sus brazos y esta se hallaba sin sentido. En una mano, Dânnor portaba un pergamino lacrado, y en cuanto vio a Selene, le entregó el cuerpo de Naêrthe con delicadeza y le pidió la cuidara.
Se retiró brevemente y pasaron unas horas hasta que nadie volvió a verle.

Naêrthe despertó sobresaltada.
Miró a su alrededor buscando la figura de Dânnor, y al no verle entre los presentes preguntó a Selene qué había ocurrido.
Ella le explicó que se había desvanecido, y que Dânnor tras recogerla en sus brazos y dejarla a su cargo para que la cuidase, se había retirado con un pergamino en la mano.
Habían transcurrido unas horas y aún no había regresado.
A pesar de ello, Naêrthe pareció comprender el por qué de su ausencia y se limitó a mirar al horizonte completamente absorta en sus pensamientos sin formular más preguntas.
Las respuestas llegarían, a su debido tiempo.

Tras despertarse del embrujo de Naerthe y salir corriendo en busca de su mas fiel compañero, le dio alcance en las lindes del bosque vivo, volviendo sobre sus pasos por las montañas de Faune. Tras la llamada de una voz familiar, Ghâlor giro y acudio a ella metiendose entre las manos que le llamaban, le dejo calro uqe no entraria de nuevo en el bosque, y sin hacer mas intentos dagha se quedo con el, esperando a sus compañeros varios dias despues...
Cayó la noche y tranquilamente fue montando la tienda a la espera de ese acontecimiento, sabia que la visita de sus compañeros al bosque vivo llevaria su tiemo, y si encontraban el portal....tardarian mucho mas. Empezo a hacer guardias turnandose con Ghâlor y pudo dormir la mitad de la noche del tiron...

Agar se acercó a Selene y a Naêrthe. Miró a la Eladrin que se había despertado.
-Veo que ya has cobrado el conocimiento.- Dijo mientras le acariciaba el rostro y la sonreía de una forma tan cálida, como lo haría una madre a su hija recién levantada y esta hubiera pasado un mal sueño.- Me alegro pequeña.
Se sentó al lado de Selene, y mientras miraba las lunas que a través de su vista se veían como dos luces en un manto oscuro una blanca y otra roja dijo:
- Se que quizás no sea el momento ya que otros asuntos nos atañen, pero te lo tengo que decir. – La miró fugazmente a los ojos y siguió mirando las lunas.- Me acuerdo cuando nos separamos. Tu única frase de despedida fue, yo soy lo que soy y no puedo cambiarlo. No te reprocho nada ya que mi despedida para todos fue un vámonos y un silencio. – Se queda un rato callada y continúa.- Todo ser empieza con los cimientos de conducta y de creencias, según se lo dictan sus padres, normalmente los niños, la gran mayoría siguen ese camino sin poner ninguna pega porque se lo han enseñado sus padres. Otros se forjan, no porque sus padres le hayan enseñado, sino porque han recibido golpes en la vida y solo han sabido salir adelante con la misma agresión de esos golpes. Cuando crecemos y ya tenemos uso de razón y algunos pocos deciden pensar en lo que han aprendido y descubren que lo que le han enseñado no es lo que ellos consideran correcto, porque se puede hacer otras cosas para cambiar al menos su mundo. Tienen dos opciones. Una seguir construyendo todo encima de esos cimientos e intentar hacer las cosas según le han enseñado aunque desechando algunas de ellas, y la otra opción en forjarse sus cimientos desde cero. Los primeros pueden salir victoriosos en su empresa o acabar destruidos por todo lo forjado. Los segundos saldrán victoriosos ya que es todo lo que creen y creen en ello fielmente. Con esto no te quiero decir que cambies, solo que todo el mundo puede cambiar todo desde cero aunque el camino sea más duro, pero hay que tener fe en ello. También te lo digo, porque el suceso que ocurrió y luego lo que me contaste, demostraba que tus cimientos forjados por tu padre están en contra de tu alma, que yo se que es buena, pero algo la intenta corromper. No se quizás me confunda, como últimamente lo hago mucho. Tampoco te digo que dejes de ser bruja, solo digo que tienes otros caminos, que por lo que se tienes otros pactos a los que recurrir que no son tan destructivos como los demoniacos. No deberías alimentar las fuerzas del mal que corrompen y torturan a pobres inocentes hasta llevar al mundo a la destrucción. Pero como te dije , tu eres libre de elegir. Yo seguiré siendo tu amiga y compañera, seas lo que seas, aunque las frases que de tu boca sean frases que me provoquen dolor.
Agar sigue mirando el cielo. Piensa lo que le contó Alarin , de lo que ocurrió en la cueva, inconscientemente se lleva la mano a donde debería estar la marca, al rozarla esta le transmite un pinchazo de dolor, que la hace contraer el rostro unos segundos. Retira la mano. De su amiga no espera respuesta y la mira a la cara, no distingue muy a la perfección los rasgos de su compañera, pero esta parece pensando, quizás en lo que le ha dicho o quizás en que es una pesada. Se levanta y le da una palmadita en el hombro a la bruja. Agar se acerca al fuego. Pasa al lado de su compañero de viaje de los últimos días y le dice:
- Tu diosa brilla aquí doblemente bella.
Agar continúa su camino hasta el otro lado del fuego donde no hay casi nadie y se queda mirando las llamas y buscando en su interior las preguntas que aun no ha sido capaz de responder.

Selene estaba sentada junto a Naerthe... la joven dedicó todo su tiempo y atención a su amiga, juntas hacían buen equipo y su desmayo la preocupaba. Dannor se la había entregado inconsciente y al verla tan frágil , tendió su cuerpo sobre el césped y la puso una manta bajo la cabeza para que reposara tranquila hasta que despertó. Cuando lo hizo, Selene fue la primera en ver cómo sus delicados ojos se abrían y dulcemente dijo:
-¿ya...?... por fin despertasteis...(sonriendo...) todo ha pasado...Dannor fue a pasear hace ya rato..., cuando vuelva...intentaré hablar con él no comprendo qué ha podido suceder...ahora no os preocupeis... (dirigiendose a Isaias muy amablemente) ... por favor, ¿podiais preparar una infusión...? seguro reconfortará a nuestra compañera,( y acercándose a los nuevos compañeros les invita a degustar una infusión a todos).
Asegurándose de que todo estaba en órden y que Naerthe se encontraba mejor, se sentó al lado de Agar. Escuchó muy atentamene sus palabras. En ella había algo que llegó a iluminar su mente. Agar siempre ofrecía esperanza y sus palabras denotaban sabiduría. Cuando Agar acabó, la bruja se sintió llena de luz, de paz...Alzando su mirada a los dos astros celestes de la noche, dijo:
- Agar... vuestras palabras.... me sorprenden agradablemente... ¿como no escuchar a la propia voz de Pelor hablando mediante vuestros labios?...(sonrie)...simplemente quisiera disculparme del dolor causado por mis palabras. Es cierto que soy lo que soy...y que una parte de mí quiere aplacar lo que me ata de forma oscura..., simplemente quiero aprender a convivir con ello o quizá dormirlo..., y por supuesto evitar eso que precisamente he podido causaros... dolor ( y lo dice con rabia)... no más dolor...
(hace una breve pausa...toma aire y cierra los ojos y coge una mano de Agar) No quiero haceros daño... y vos sois una gran consejera... , pero soy humana..., y a veces cometo errores y mi error fue hablaros así... no quería dividir al grupo...y la parte que me domina salió por las circunstancias que nos rodean... Frago me importa demasiado... y volver a ver Dannor era uno de mis objetivos que ya he cumplido...¿sereis mi confesora Agar?... ahora quien aplaca mi dolor no está presente... está luchando como todos por esta misión...(se toca el guante y lee cada una de las letras escritas "TE CONOZCO"..., y por un momento su mente se va con ella...y le manda fuerzas) ella me conoce... también quiero que lo hagais vos...

Cuando terminó dirigió su mirada a Naerthe para ver como seguía. Parecía estar en calma, pero ahora no era el momento de preguntar. Sentada el lado de Agar y Alarin, dirigió su mirada tímidamente a él y dijo:
- Gracias por cuidar de Agar estos días...al fin habeis llegado ( mira hacia la torre Espiral y sonríe)...ahí la teneis... ¿bonita vista, no creeis?...

Agar sujeta la mano de Selene. No esperaba una respuesta de su compañera. LA escucha atentamente y la sonríe de forma tranquila, su rostro muestra que la escucha y siempre que quiera la escuchara. Cuando la bruja termina de hablar y de dirigirse a Alarin, Agar le aprieta la mano cariñosamente para que Selene la mire.
- Sabes que me puedes contar lo que tu veas necesario, yo te escuchare y te daré mi consejo cuando lo necesites o simplemente escuchare y dejare que sueltes al exterior tus temores, dudas, conflictos de tu interior.- da un sorbo a la infusión.- No hace falta que te disculpes, esas palabras no me hicieron más daño que otras que se pronunciaron esa noche. Me duele porque veo que niegas ver los otros caminos, porque implican un cambio. Si quieres solucionar las cosas tienes que mirarlas bien, minuciosamente, ver todos los pros y todos los contras, que te puede llevar a la perdición y que te puede llevar a la salvación de tu alma. La vida es lo más preciado que tiene una persona, muy pocos lo ven hasta que ven la muerte de cerca, o cuando la desesperación y el dolor nublan su mente. Pero después de la vida está la muerte y lo único que queda de nosotros es nuestra alma, nuestra esencia. Si la condenas nunca serás libre, nunca podrás disfrutar de tu muerte y por lo que estoy viendo en este viaje, no podrás disfrutar de tu nueva vida y quizás aprender alguna cosa nueva que no hayas aprendido en la anterior. - bebe otro sorbito de la infusión y nota como el liquido calienta sus huesos.- En Ikedriz yo llegue a morir o al menos eso me pareció. Vi como Calev buscaba la forma de revivirme, de revivir mi cuerpo y lo consiguió. Noté que algo tiraba de mi alma para introducirme otra vez en mi cuerpo y hacerme nacer de nuevo.- sonríe mirando a Calev.- Elige bien pequeña lo que haces, no condenes tu alma, no dejes que tu esencia termine siendo un juguete de los demonios y a su vez del mal. Y como ya te dije, me puedes contar todo lo que quieras ya que yo te escuchare y te daré consejo, porque te quiero conocer. Y espero que tu me conozcas a mi si hace falta y quieres.
Dicho esto mira todos sus compañeros, o al menos la figura borrosa de estos. Cuantas aventuras habían pasado juntos, cuantas veces se habían salvado la vida unos a otros y como aunque entre muchos aun no hay la suficiente confianza para declararse amigos todos, había ese lazo llamado compañerismo. Luego mira a los nuevos, seres extraños que le gustaría ver mejor y apreciar mejor sus rasgos y quizás con sus rostros con claridad poder leer su alma a través de sus ojos si hiciera falta. Pero sabía que eran de buen corazón.

Alârin salió de su ensimismamiento. Observaba la Torre Espiral como quien mira una obra de arte que no comprende, pero que le parece majestuosa. Sus ojos se fijaron en los de la bruja y contestó a su pregunta con voz entrecortada, como si hubiera terminado de tragar saliva:
-Si... aunque a mi me parece una brecha en el cuerpo de la tierra. Quizás la torre no haya sido así eternamente. Tan fuera de toda armonía... tan solitaria...- Sus palabras parecían otorgar una personalidad a la torre, más allá de la piedra que le daba forma.
-En efecto.- Respondió Chemmêr desde detrás de él. Las tres compañeras y el guerrero volvieron la vista, no habían reparado en su presencia hasta el momento.- No siempre fue roca pelada…- Prosiguió la gnoma.- Y ríos de sangre de la tierra… La torre espiral cuidaba de la correcta emanación de Lyâdia…- Dijo, y se sentó a la izquierda de Alârin, sobre el recodo que permitía la vista de la Torre Espiral en todo su esplendor y que estaba a una prudente distancia. La Torre, inmensa y de aspecto decadente, no perdía un ápice del aspecto mítico que preservaba. Su base parecía adentrarse en la tierra como una caracola anegada por arena fosilizada, que se había convertido en piedra siglos después de que desapareciera el océano. A su vez, Chemmêr les relató como en viejos cuentos, La Torre Espiral, Nîngor como se llamaba en la lengua de las hadas, se hacía rodear por los más bellos árboles y pastos, y sus explanadas se hallaban recorridas por los ríos de aguas más puras. Tanto como en los valles de Helânde, o casi…
Entonces, advirtieron que allí comenzaba la alborada, pues dos días se habían sucedido a la primera noche en la cual llegaron, y el Sol asomó en el horizonte, tras dos grandes colmillos de roca; Como si fuera un ojo de miel orlado por fuego dorado.

Espacio Reservado. Agar, escribe a continuación lo que me has pedido escribir.

Agar contempla como la imagen horrorosa del cuerpo mal trecho de su compañera se calma. La coloca de la forma más cómoda posible para que termine de descansar, Se lamenta en su interior por estar tan débil y no poder hacer más por ella. Se acerca a Dannor para también colocarle de la forma más cómoda posible mientras contempla como la gnoma se acerca a inspeccionar a Selene.
-Chemer, espero no interrumpir.- se para , pensando si es el momento de hablar de ello o no. Pero necesita saberlo y ya que se aproxima un momento de descanso general tendrá que hacerlo- Chemer te vi como veías mis recuerdos y veías las puertas que hay en mi interior. Yo no se porque había cambiado todo estando tu allí, pero por tu reacción hace unas horas se en la puerta que entraste.- Mira a Naerthe y luego otra vez a la gnoma.- Solo quiero saber cómo entraste en ese lugar donde yo no puedo entrar. No te pido que me digas todo lo que viste, solo que me digas algo que me ayude entrar o que me ayude a tirar y poder ver los recuerdos que he olvidado pero que sin embargo siguen allí.- Hace como que coloca un poco mejor a Dannor esperando respuesta.

El polvoriento lugar hizo toser a Agâr un segundo mientras intentaba distinguir algo en la oscuridad, pero nada se hacía visible a su percepción. Solo sintió el tacto viscoso de una telaraña y retiró la mano rápidamente. No ver le hacía sentirse muy nerviosa. Percibió entonces, concentrándose en su oído, el sonido del cristal frotando la tela de lino.
Chemmêr sacó otro tarrito de su bolsa de tela verde oscura, ajada por el uso y el tiempo. Lo miró detenidamente y, sin retirar la vista del polvo entre blanco y verde que contenía, respondió lentamente a la pregunta de la clérigo.
-Veras niña… -Dijo con gesto serio.- Hay caminos que deben ser recorridos en su momento, y verdades que están tras puertas cerradas porque así deben permanecer hasta que se aprende a abrirlas.- La Gnoma saco un ramillete de hierbas de color parduzco y lo depositó sobre el suelo polvoriento con mano temblorosa. Ajustó el pañuelo que le cubría la boca y dijo:- Lo único que puedo decirte es que no debes tener miedo, tu pasado está limpio pero tu futuro goza de una gran responsabilidad. Decisiones que tomes mañana, influirán tremendamente en la vida de tus compañeros. Ahora descansa, dijo mientras destapaba ritualmente el frasco de polvo.- Necesito concentrarme y esta puede ser la última hora de ella, o la mía…

Agar suspira ya que quizás pensaba que la iba a decir algo más y contesta.
-De acuerdo compañera, pero procura que no muráis ninguna de las dos, lamentaría mucho la pérdida de cualquiera de las dos.- se larga con el temor en los ojos. Todo lo que había preguntado se le olvido por completo al darse cuenta que quizás pierda a alguien más del grupo.
Se acerco a Naerthe y la ayudo a colocarse para descansar. Cuando la respiración de esta se volvió regular se tumbó a su lado para descansar y así recuperar fuerzas para curar y salvar a los heridos.

Las paredes desprendían el olor de lo antiguo, y el polvo omnipresente ocultaba los matices de las formas que adornaban las arcadas que comunicaban el pasillo con un paso más estrecho, que comenzaba en la pared situada a la derecha del brujo. Isaías recorrió el primer tramo del pasillo, era ancho, Lo suficiente como para que dos hombres pudieran luchar con soltura, y sus paredes poseían los mismos adornos, en forma de hendiduras verticales, que los extensos pasillos espirales de la torre. Cuando traspasó el umbral, su lengua bífida captó los matices del aire y la adrenalina de sus compañeros, una veintena de metros atrás. Percibió el miedo a la muerte, la desazón y la desesperanza en algunos. Solo una entre todos ellos desprendía un aroma distinto; Orên, la de los ojos del color del berilo, solo emanaba determinación.
Volvió en si llevado por su instinto focalizado, solo le concernía aquello que tenía delante, no había tiempo para detenerse; a menos que fuera para acechar algo…
Distinguió en el suelo un suave olor familiar, aquel que desprendía la materia mágica, el Resîduum. Sus ojos se adaptaron rápidamente a la poca luz que desprendían, y ante su voluntad, una llama de oscuras lenguas apareció flotando ante el, iluminando la superficie del pasillo. Sus ojos volvieron a adaptarse al nuevo espectro y el brujo percibió los trazos arcanos escondidos bajo el polvo. Se decidió a conservarlos tal y como estaban para poder estudiarlos más tarde, y siguió su camino salvando grácilmente los trazados, el pasillo seguía dando lugar a una estancia amplia precedida por otra arcada. El techo de la habitación, a diferencia del del pasillo, era alto y se perdía en la negrura. El brujo de piel escamosa no tardó en darse cuenta de lo excesivamente alto de sus techumbres. En el suelo, un enorme pentáculo ritual de invocación se extendía por el suelo. La sangre seca con que se había dibujado no era conocida. Rascó un poco con una garra y el suelo chirrío a su contacto, su olor recordaba vagamente a la de los elfos. En ese momento, Isaías se dio cuenta del porqué de lo alto de aquella cubierta…

Sentada en el cesped del nuevo mundo al que habian llegado, Selene estaba confusa, y comenzó a entrar en trance profundo... abrazada a sus rodillas se alejó de la realidad que pìsaba...

El espíritu de Dannor apareció al lado de ella..., tomó aire entendiendo lo que eso significaba y lentamente le susurró muy bajito...
Naciste para volar muy alto... lo sabes tú y lo se yo...

Sigue siempre rumbo hacia el horizonte mirando hacia el sol. No te conformas con cualquier cosa, quieres algo mejor y aunque parezca a veces imposible... volar es tu ambición. No hay quien te pare, sigue volando, por el cielo, la tierra, cruza el mar... tras las montañas hay otro fresco valle verde, y otro, y otro mas... no te pares... vale la pena que no te pares...

Vale la pena llegar.

Tras decir esto se sumió en un profundo abrazo lleno de amor y cariño con el joven Dannor , visualizó su aura color índigo, y sintió que era un ser completo.

Con visibles lagrimas en los ojos le dijo mirándolo fijamente:

Que el eterno sol te ilumine, el amor te rodee y la luz pura interior guíe tu camino.

Mientras se cerraba la puerta, Naêrthe hizo un último esfuerzo por recuperar a Dânnor... Pero fue en vano.
Jeanice tiró de ella para alejarla, mientras gritaba y veía por última vez a aquel que lo era todo.
Cuando salieron al exterior del nuevo mundo, Naêrthe cayó al suelo con los ojos inundados de lágrimas y clamó al cielo volver a aquella torre, si la mano de Jeanice no la hubiera sujetado habría cumplido su promesa de no abandonarle nunca más, de que no volviera a sentirse solo ni en los momentos de último aliento...
Recordó las palabras de Dânnor el día que le entregó a Raêl... el que permanecería a su lado, y el miedo reflejado en aquellas cartas que le impidió entregarse... el mismo que experimentó en los últimos segundos antes de verle desaparecer para siempre.
Ahora se abrían paso sentimientos irrefrenables de frustración e impotencia que oprimían su pecho, la rabia que le robaba el aire por no haber podido correr en su ayuda, y el fracaso se instauró sin compasión haciendo resonar en su interior el eco de las palabras: "Os he fallado."
En su mente se sucedían como flashes cada uno de los últimos momentos que compartieron en la torre, las veces que él salvó su vida y veló por ella, cada mirada y cada palabra.
Apretó con fuerza la efigie de Raêl sin ser consciente del dolor que le causaba en la palma de la mano, pues un dolor infinitamente más fuerte invadía su ser.
No podía concebir la idea de no volver a verle, y recordó su sueño.
Maldijo aquella noche en que auguró el terrible destino que les aguardaba y que hoy se cumplía.
Las lágrimas brotaron incesantes durante horas, sintió que poco a poco las fuerzas le abandonaban, pero sus ojos se negaron a cerrarse.
Quedaron congelados en un punto desconocido en la infinidad del horizonte, no reaccionaban a la luz, tampoco sentían el aire, nadie podría haber adivinado hacia dónde miraban o qué contemplaban, pues lo que veían ya no pertenecía a este mundo.
Yació inerte sin ser consciente de su propia respiración, y perdió la noción del tiempo, como si flotara a la deriva en la inmensidad de un océano profundo cuyas aguas la mecían al son de todo aquello que ya nunca sería, de todo lo que quedó por decir, y por vivir... Y desterró para siempre el olvido.